Cuida tu cuerpo como si fuera un templo,

porque lo es.

Cuando era muy pequeña, como toda niña, sentía una conexión muy especial con la naturaleza y con los animales. Me encantaba meterme dentro de los arbustos y sentirme abrazada por los árboles, rodeada de naturaleza. Con los años fuí transformando esa pasión por la naturaleza ampliando mis conocimientos y aprendiendo las propiedades curativas de las plantas y la propia capacidad de curación del cuerpo humano.

Cuando empecé a formarme en terapia manual algo más cambió en mí. A través del tacto rompí barreras y aprendí a comprender a la otra persona y a buscar aquello que necesita en cada momento. Gracias a eso encontré nuevas formas de procurar el bienestar en aquellos que me rodean.

Desde siempre me ha gustado mostrarme como una persona abierta a curar y cuidar a los demás, sin juzgar lo que me cuentan ni lo que están pasando en sus vidas en ese momento.

Muchos me dicen que me eligen por la energía que transmito. En palabras de una buena amiga y clienta “transmites delicadeza, seguridad y mucha paz. Tanto tu actitud como tu esencia son delicadas”, aunque eso no quiere decir que no profundicemos en el masaje y en la terapia.

Mi misión es hacer que te sientas a gusto desde el primer momento. Tanto si vienes cada semana como si vienes una vez la año, por tu cumpleaños o por Navidad, mi objetivo es que sientas que esta hora que compartimos sea tu momento de la semana. Un momento de desconexión sólo para tí.

Juntas vamos a conseguir esa meta: bienestar y equilibrio.